jueves, 9 de julio de 2009

Da igual cuánto te esfuerces en llamar su atención,
da igual cuándo, dónde y cuánto hagas.
No depende de ti, de tu constancia o de tu lejanía.
Da igual cuánto le quieras, no depende de ti.
No.
No depende de lo que escribas,
de lo que pintes, de lo que cantes, de lo que regales.
Da igual.
Da igual lo que digas y da igual lo que calles.
Aunque pierdas peso, ganes apuestas, des sorpresas.
No depende de ti.
No depende de tus manos ni de tus hombros.
No depende de tu piel ni de tu pelo.
No depende de lo que cocines,
de lo que sueñes, de lo que ría contigo.
Da igual.
Da igual que mires, que toques, que gustes.
No depende de ti.

Cuando quieres a alguien realmente,
el universo no conspira para ayudarte a conseguirle.

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